Siempre que hablamos de empresa, surgen dos términos íntimamente ligados a ella: Productividad e innovación, entendiendo por Productividad el ser eficiente y por innovación, el ser diferente. Esta dualidad se multiplica con otra, las empresas tienen una doble escala de funcionamiento, la individual, que correspondería a las personas y la organizativa que lo seria a los grupos de personas.
Se han conseguido grandes resultados cuando se trata de pensar “la empresa como un proceso”, como una maquina “bien engrasada”, o en otras palabras sabemos hacer funcionar una empresa como una cadena de producción. Sin embargo en una economía en la que cada vez priman más los servicios, lo que se necesita no es solo que la organización sea más productiva sino que cada persona sea más productiva.
Esto último lo podemos conseguir incrementando más la productividad individual de los trabajadores del conocimiento. La clave esta en aportar tecnología a los miembros de una empresa que les permitan ser mas productivos con sus manos y sus cerebros.
Por otro lado cuando hablamos de innovación nos viene a la mente la idea de creatividad personal, de invención aislada. Esto ya no es axial, se debe de pasar de la innovación como cosa personal a la innovación en equipo, metódica. Esto se logra si conseguimos que las mentes creativas de la organización (que deberían ser todas las que hay en ella) sepan aprovechar las herramientas tecnológicas para innovar mejor siendo al mismo tiempo productivo. Ello implica que la empresa sea una organización abierta a los adelantos de las nuevas tecnologías para innovar mejor y al mismo tiempo ser muy eficiente.Esta demostrado que, cuando las tecnologías de la información se acoplan con cambios en la forma de trabajar en la empresas, se consigue mejoras en productividad e innovación.
Articulo publicado en La Voz de Galicia,
